
Por lo mismo, el periodista de hoy juega un rol clave en este ámbito. Es él quien debe guiar al público y enseñarle que la televisión puede y debe ser compatible con la educación masiva. Un problema social tan grave sólo tendrá solución domesticando al espectador.
El periodista debería atreverse a explorar en programas culturales pero llevándolo a la práctica. En algo tangible para que cualquier persona, desde el obrero hasta el dueño de una empresa, puedan entenderlo.
El problema lo genera el cuento económico. Se cree que a más vulgar sea un programa, mayor será el éxito. Por lo tanto, más rentable. Lo grave es que esto se ha visto reforzado con programas como “Morandé Con Compañía”, “SQP”, “CQC” y tantos otros que jamás acabaríamos de mencionar.
Éxitos como el Profesor Rosa, en su época, demuestran que sí es posible una televisión educativa, en la cual no sólo nos entretenemos, si no que también disfrutamos. Que interesante sería tener de regreso el programa Almorzando en el 13, donde profesionales calificados comentaban la situación del país y del mundo con responsabilidad y altura de mira.
Reforzar el tema familiar es trascendental en la base de cualquier sociedad, por lo que urge un programa en que padre e hijo puedan sentarse a verlo para luego comentarlo.
Esperemos no llegar a tener una sociedad completamente ignorante, y que quienes tengan el poder comunicacional sepan utilizar correctamente todos los medios existentes, que se supone están para informar y no para lo contrario.
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