18 de agosto de 2008

Un documentalista Fox Terrier

David Benavente, a sus 66 años, lleva tres décadas dedicadas al arte audiovisual, donde la indagación se convirtió en su mejor herramienta para descubrir las distintas identidades que existen en Chile.


Son las seis de la tarde en punto y por la puerta del café entra él. Relativamente alto, de pelo cano y afable mirada atraviesa el corredor para llegar al encuentro. Pese a que aún está con licencia médica debido a una operación en su columna, el director de documentales chilenos David Benavente se apresta para la entrevista, sin importar el frío y la humedad de aquel sábado.

Sociólogo de profesión ha dedicado su vida a lo que él define como ‘indagar’. Porque la práctica del género documental no sólo se limita a la investigación, sino que a adentrarse en las historias. Es aprender a escuchar, pero también a observar. Es ir más allá incluso de lo que el individuo desea mostrar.

“Yo soy un fox terrier, porque al igual que ellos rodeo a la presa. Me meto en la cueva para descubrir lo que hay allí dentro, utilizando la entrevista en profundidad para sacar a relucir algo que está oculto en la persona que incluso en ocasiones ni ella misma conoce”, explica Benavente.

Este constante afán indagatorio, característico de su personalidad, transforman la conversación en un eterno cambio de roles. Así, acompañado de un café, no duda también en preguntar todo aquello que le parece.

Aunque no quiere catalogarse como documentalista, debido a que se dedica también a otras actividades como la dramaturgia, la literatura y la docencia, reconoce que: “me gusta realizar este género porque mediante él aprendo y es ese aprendizaje el que ayuda a que me desarrolle y crezca”.

Esta pasión por retratar a la sociedad, en especial a aquellos sectores bajos, es la forma en que ha llevado a la práctica su profesión. “Es una sociología visual, desde otra perspectiva, en que el lenguaje es muy importante porque el documental es una expresión artística y no un mero registro”, comenta.

La verdadera belleza
La entrevista lleva cerca de dos horas. Los dolores a la columna comienzan a reflejarse en su rostro y en esa mano constante que se lleva a la espalda para calmar las molestias. Pero aún queda algo de café y buena disposición, por lo que toma un poco de aire y continúa conversando.

En esta incansable búsqueda de identidades, la objetividad ronda en cada rincón. Frente a ello, David Benavente opina que este género no es necesariamente un reflejo de la realidad, ya que según considera, no se aleja mucho de la ficción.

Así, más que buscar lo objetivo, se fija en otros aspectos. “Considero que la probidad es más importante en mi trabajo. Prefiero destacar que las historias sean íntegras y honestas, defendiendo la ética, porque bajo ningún punto de vista manipulo para generar una reacción”.

Es de esta forma como Benavente prefiere sustituir el término objetividad. “La verosimilitud trata de algo que es posible y no precisamente de lo que ocurrió. La realidad es muy amplia y difícil de determinar. No se puede decir a ciencia cierta qué es lo verídico y qué no”, comenta.

Por ello, el fox terrier cree que más allá de que una imagen sea estéticamente aceptada, la real belleza de un documental se ve cuando se revela algo de verdad, cuando se expresa aquello que es posible, que sólo puede ser descubierto gracias al trabajo exhaustivo basado en la indagación.

El café se acaba y el frío comienza a molestar. Antes de concluir, David Benavente confiesa que está embarcado en un nuevo proyecto que ya tiene nombre: “Historias de Aprendizaje”, donde no sólo mezcla su pasión por el documental, sino que también aquel profuso entusiasmo por la educación.

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